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La mßquina espacial tiene el curioso honor de ser una especie de secuela no oficial de La guerra de los >>
mundos, y una especia de precuela ûtambiΘn no oficial- de La mßquina del tiempo.
Priest, autor de El mundo invertido y El prestigio, nos da un nuevo vistazo a los  acontecimientos de >>
La guerra de los mundos, visto a travΘs de los ojos de un nuevo grupo de personajes y ampliado en gran >>
medida. El autor recrea escenas familiares del asalto a Londres de la novela original, asφ como una mirada >>
de cerca a la civilizaci≤n marciana.

En la Inglaterra de finales del siglo XIX, Edward, un joven vendedor viajero, conoce a Amelia, >>
asistente de Sir William Reynolds, un brillante cientφfico. De visita en la casa de Reynolds, se entera >>
que ha inventado nada menos que una mßquina para viajar por el espacio y el tiempo. Cuando Sir William >>
se ausenta, Amelia le sugiere que ella y Edward tomen prestada la mßquina espacial. El viaje >>
provisional, un peque±o salto al futuro, se complica y la maquina los envφa a un mundo desconocido y >>
hostil que resulta ser Marte.
Allφ descubren que los marcianos, usando como esclavos a criaturas humanoides, estßn preparando una invasi≤n >>
a la Tierra construyendo una flota de naves espaciales en forma de cilindros. Los viajeros regresan a >>
la Tierra a bordo de uno de las primeras naves espaciales cayendo en las orillas del Tßmesis, siendo >>
Θsta la primera nave que se menciona en La guerra de los mundos.

Escrito en 1976, el autor ha hecho grandes esfuerzos para canalizar el espφritu de H.G. Wells y logra >>
hacer funcionar un estilo coherente con el entorno victoriano. Los dißlogos suenan como que podrφa haber >>
sido escrito en la dΘcada de 1890 y el romance entre Edward y Amelia presenta muchas oportunidades para >>
burlarse de los prejuicios y modales entre los sexos en aquella Θpoca.
TambiΘn hay que decir que los lectores habituados a ideas mßs sofisticadas en la ciencia ficci≤n moderna >>
pueden verse frustrados por los pseudo elementos cientφficos de la historia y el mencionado dißlogo >>
pintoresco.
Wells no incorporaba demasiados elementos cientφficos en La Guerra de los mundos, y el intento de Priest >>
de invertir la historia con una descripci≤n mucho mßs acabada de la tecnologφa marciana no funciona >>
demasiado bien.
Se recomienda su lectura solo si se es un gran aficionado a Wells o en todo caso a Jules Verne. No mas.



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La máquina espacial tiene el curioso honor de ser una especie de secuela no oficial de La guerra de los >>
mundos, y una especia de precuela –también no oficial- de La máquina del tiempo.
Priest, autor de El mundo invertido y El prestigio, nos da un nuevo vistazo a los  acontecimientos de >>
La guerra de los mundos, visto a través de los ojos de un nuevo grupo de personajes y ampliado en gran >>
medida. El autor recrea escenas familiares del asalto a Londres de la novela original, así como una mirada >>
de cerca a la civilización marciana.

En la Inglaterra de finales del siglo XIX, Edward, un joven vendedor viajero, conoce a Amelia, >>
asistente de Sir William Reynolds, un brillante científico. De visita en la casa de Reynolds, se entera >>
que ha inventado nada menos que una máquina para viajar por el espacio y el tiempo. Cuando Sir William >>
se ausenta, Amelia le sugiere que ella y Edward tomen prestada la máquina espacial. El viaje >>
provisional, un pequeño salto al futuro, se complica y la maquina los envía a un mundo desconocido y >>
hostil que resulta ser Marte.
Allí descubren que los marcianos, usando como esclavos a criaturas humanoides, están preparando una invasión >>
a la Tierra construyendo una flota de naves espaciales en forma de cilindros. Los viajeros regresan a >>
la Tierra a bordo de uno de las primeras naves espaciales cayendo en las orillas del Támesis, siendo >>
ésta la primera nave que se menciona en La guerra de los mundos.

Escrito en 1976, el autor ha hecho grandes esfuerzos para canalizar el espíritu de H.G. Wells y logra >>
hacer funcionar un estilo coherente con el entorno victoriano. Los diálogos suenan como que podría haber >>
sido escrito en la década de 1890 y el romance entre Edward y Amelia presenta muchas oportunidades para >>
burlarse de los prejuicios y modales entre los sexos en aquella época.
También hay que decir que los lectores habituados a ideas más sofisticadas en la ciencia ficción moderna >>
pueden verse frustrados por los pseudo elementos científicos de la historia y el mencionado diálogo >>
pintoresco.
Wells no incorporaba demasiados elementos científicos en La Guerra de los mundos, y el intento de Priest >>
de invertir la historia con una descripción mucho más acabada de la tecnología marciana no funciona >>
demasiado bien.
Se recomienda su lectura solo si se es un gran aficionado a Wells o en todo caso a Jules Verne. No mas.



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